Los plazos de pago.


Tengo que reconocer que me gusta trabajar con los franceses. A menos que te indiquen lo contrario, los franceses o, mejor dicho, las empresas francesas, pagan a treinta días. En nuestro país, eso es ciencia ficción. Aquí, de noventa para arriba. Ya me diréis. No nos salvamos ni uno de la quema. Que uno tenga un problema y la administración le deje recuperarse, es una cosa; que podamos funcionar así por sistema es un cachondeo, se mire como se mire. Quien solicita un servicio tiene que poder hacer frente a él, lo contrario es especulación. Yo no sé qué opinaréis vosotros. Tampoco se trata de que rompamos la baraja pero, en un tiempo prudencial, esto tendría que irse regulando. Si alguien me paga a noventa días con el dinero que ha cobrado, a su vez, a noventa días imaginaos el desfase que se crea. En Francia, la peña se busca la vida, cobran, pagan y, a final de mes, a cada cual lo suyo y vuelta a empezar. Aquí no. Lo que hicimos hace tres meses nos llega hoy. No vivimos directamente el riesgo de no cumplir las expectativas previstas de facturación, por ejemplo. ¿Cómo puede ser? La falta de peligro nos relaja y así nos va, que cuando la cosa va mal, como ahora, no sabemos ni lo que tenemos que hacer. Una empresa que con lo que genera en un mes no puede subsistir no tiene razón de ser. Es una empresa deficitaria aún que no lo parezca cuando paga a 90 días y de esas, en España, hay un montón o sino que se lo pregunten a los transportistas. Mi opinión sincera es que no tendría que ser posible tener una empresa que subsiste gracias a que sus pagos son a noventa días. Tenemos que buscarnos la vida, comernos la olla, analizar lo que pasa y eliminar lo que sobra. Creo también que esta crisis no es una crisis, es como Matrix: la puta realidad sin los bancos. Con lo que tenemos ahora, tenemos que ser capaces de vivir. Los bancos para invertir, ampliar y crecer. Para ir haciendo, la financiación debe ser moderada. Fijaos en lo que somos. Le recriminamos a los bancos lo mismo que los agricultores al gobierno cuando no les salen los números. Siempre pidiendo ayuda. ¡Cuidado! No tengo nada con los agricultores, al contrario. Me gusta la tierra y la gente que la entiende. Lo que no me gusta es la gente que siempre se queja.

Hace falta un nuevo enfoque.


Por mucho que digan, no sirve absolutamente para nada la ayuda que ofrecen instituciones como la cámara de comercio, el ayuntamiento y la puta madre que los parió a todos. Se presenta uno en la cámara de comercio sin la más mínima idea de por dónde tiene que empezar y le dan una sarta de dosieres que lo único que hacen es crear más dudas. Me extraña que ninguna de las personas que determinan cómo deben proceder estos órganos no haya llegado a la conclusión de que lo que uno tiene son preguntas. Que te llenen de dosieres no ayuda, al contrario. Si, por alguna de aquellas cosas, se le acude a uno hablar con alguno de los técnicos de expansión económica que hay en los ayuntamientos se dará cuenta de lo que es un funcionario en estado puro: mirada perdida, faz inexpresiva, respuestas cortas o monosilábicas y, por último, se toma su tiempo para responder. Os juro por Dios que no me extraña que en este país no se hagan cosas interesantes. ¿A quién le pides ayuda? Como no tengas algún conocido que sepa algo de la vida o te vayas a un buen gestor, pagando, no harás nada. Pero no nos engañemos, este segundo paso ya no lo da todo el mundo. Si os da por ahí, comparad la web del ministerio para redactar un proyecto empresarial y la web de los USA o de Canadá. Como decía Bardem cuando le nominaron por primera vez a los Óscar: ‘eso es otra liga’. Los USA ofrecen una lista de profesionales como la copa de un pino (CEOs, Gerentes, Directores comerciales, … ) que una vez retirados ayudan a los nuevos emprendedores a empezar su negocio. Hay también un guión muy escueto y directo de lo que implica ser tu propio jefe. En resumen, lo que necesitamos en este puto país es un nuevo enfoque. Para mí cuando uno hace algo que tiene que servir a los demás tiene que ponerlo a prueba antes de ponerlo en marcha, como las fases beta de los softwares. Por ejemplo, hay direcciones y direcciones. Si le das a un repartidor una dirección en la que la calle es un apartado de correos cuando llegue allí, una de dos, o se vuelve con la pizza o la mete en el buzón y a tomar por culo.